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Rebeca Camarena
Pinceladas que difuminan la identidad, invitándote a descubrir lo que se oculta bajo la superficie. Obra original y única, certificada por la artista.
Despliega un rostro en disolución, atrapado en un viento interior. La figura, de perfil, parece suspendida en un movimiento detenido, el cabello negro vuela, como señal de una energía invisible que atraviesa la imagen. El rostro, con pinceladas en tonos de piel diversos, evita la cohesión; no busca representar, sino revelar. Los ojos verdes y los labios, de un realismo casi incómodo, emergen entre los manchones como anclas afectivas, testigos del proceso de fragmentación. Aquí, la pintura se despoja de su vocación de corrección para volverse campo de tensión, entre la imagen que se forma y la que se deja de sostener, entre lo que se ve y lo que se siente.
Rebeca Camarena
Pinceladas que difuminan la identidad, invitándote a descubrir lo que se oculta bajo la superficie. Obra original y única, certificada por la artista.
Despliega un rostro en disolución, atrapado en un viento interior. La figura, de perfil, parece suspendida en un movimiento detenido, el cabello negro vuela, como señal de una energía invisible que atraviesa la imagen. El rostro, con pinceladas en tonos de piel diversos, evita la cohesión; no busca representar, sino revelar. Los ojos verdes y los labios, de un realismo casi incómodo, emergen entre los manchones como anclas afectivas, testigos del proceso de fragmentación. Aquí, la pintura se despoja de su vocación de corrección para volverse campo de tensión, entre la imagen que se forma y la que se deja de sostener, entre lo que se ve y lo que se siente.
Rebeca Camarena
Pinceladas que difuminan la identidad, invitándote a descubrir lo que se oculta bajo la superficie. Obra original y única, certificada por la artista.
Despliega un rostro en disolución, atrapado en un viento interior. La figura, de perfil, parece suspendida en un movimiento detenido, el cabello negro vuela, como señal de una energía invisible que atraviesa la imagen. El rostro, con pinceladas en tonos de piel diversos, evita la cohesión; no busca representar, sino revelar. Los ojos verdes y los labios, de un realismo casi incómodo, emergen entre los manchones como anclas afectivas, testigos del proceso de fragmentación. Aquí, la pintura se despoja de su vocación de corrección para volverse campo de tensión, entre la imagen que se forma y la que se deja de sostener, entre lo que se ve y lo que se siente.
Óleo sobre lino
Medida 40 x 50 cm
Sin marco
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2021 | México
Colección | Demantele
Entrega de certificado de autenticidad